Unas horas sin lo básico

Algo que nos dice el Dr. Romero en la conferencia de dos mundos es que no dependamos de las máquinas y la tecnología, que las admiremos y usemos en nuestro beneficio. Hace dos noches tuvimos la sorpresiva lluvia que cayó sobre Guadalajara y pues se tronó el transformador en una de esas dejándonos sin luz. Está bien, uno disfruta un día sin luz y con la familia pero al ratito con el alterón de trastes que lavar del desayuno me di cuenta que no teníamos agua. Sin luz no hay bomba para subir agua a la azotea que digamos es el cuarto piso.
Sin luz y sin agua. Bueno, mi bendita sobrina me recordó que agua si había cuando se echó encima un vaso de casi un litro que tenía en mi buró. Así que después de la enojada que me di con mi marido por no correr a quitarle el vaso y sólo gritarme "Cuidado con el vaso" empecé a disfrutar la situación.
Nos fuimos a Chapala, dimos la vuelta por la Gran Plaza y al regresar teníamos la mitad de la luz, suficiente para prender los focos ahorradores pero no para prender la tele o el refri.
Se me hizo maravilloso para mi verle lo bueno al asunto, podía convivir más con mi marido sin distracciones de tele o radio. Platicamos un rato y pues para esto ya teniamos agua y me aventé al fregadero pues ya los trastres tenían todo el día esperando.
Ya es un nuevo día y seguimos a media luz. Espero que los compromisos que Calderón ha hecho con su pueblo se cumplan y una de esas es que la CFE me responda en menos de 4 horas a mi queja de media luz que lo que ya me empezó a preocupar después del disfrute es la comida que tengo en el refri. Lo bueno es que el día está fresco.

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